Santo Tomás de Aquino II

El problema de Dios

Para Santo Tomás, es necesaria la demostración de la existencia de Dios, porque ésta no es evidente para el ser humano. El camino a seguir, como ya dejara claro en su teoría del conocimiento, es partir de lo sensible, puesto que todo conocimiento parte de la experiencia, por lo cual criticará el argumento ontológico que pretendía afirmar que se podía llegar a Dios por la vía del pensamiento. Al ser nuestro entendimiento  limitado y finito no puede captar, ni si quiera con el pensamiento, la infinitud divina que se escapa a los sentidos.

Para la demostración de la existencia de Dios, Santo Tomás establece cinco vías o argumentos que siguen una estructura común. Todas ellas comienzan por un hecho verificable en la experiencia, en segundo lugar, a este hecho se le aplica el principio de causalidad seguido de la consideración de la imposibilidad de un proceso infinito. Por último y como consecuencia, la afirmación de la existencia de Dios.

La primera vía es la vía del movimiento. Aquí Santo Tomás asume la doctrina aristotélica del Primer Motor Inmóvil. Es innegable que las cosas se mueven. Todo lo que se mueve presupone un motor que lo mueva a su vez y así sucesivamente. Siendo imposible un proceso infinito,debe existir un Primer Motor Inmovil, Dios.

La segunda vía o vía de la causalidad afirma que ninguna cosa puede ser causa de sí misma, pues la causa es anterior al efecto; pero no es posible una cadena infinita de causas eficientes, por lo que es necesaria la existencia de una primera causa incausada, Dios.

La tercera vía o la vía de la contingencia pone de manifiesto que en la realidad hay cosas contingentes, es decir, que pueden existir o no, e incluso pueden dejar de existir ya que están sometidas a nacimiento y destrucción. Como lo contingente no tiene la razón de su existencia en sí mismo, sino que empieza a existir por otro; y siendo imposible una cadena infinita de seres contingentes, concluimos la existencia de un Ser Necesario (Dios), que no puede no ser.

En cuanto a la cuarta vía o vía de los grados de perfección(de ascendencia platónica), Santo Tomás constata que los seres están en grado más o menos bueno, más o menos bello; pero más o menos se dice en relación a un máximo, según el objeto se aproxime o no a él. Tiene que existir, por tanto, un ser que contenga en sí mismo todas las perfecciones en grado máximo y que es causa de las perfecciones parciales de los seres sensibles. Ese ser es Dios.

Por último Santo Tomás hace referencia a una quinta vía o vía de la finalidad. Se trata de otro préstamo tomado de Aristóteles, por el cual, todas las coas tienden a cumplir un fines decir, tienen intencionalidad. Esto  sólo es posible si son dirigidos por alguien. Debe existir un Ser Inteligente que dirija todas las cosas del mundo hacia su fin, Dios.

Una vez demostrada la existencia de un Ser Supremo, Santo Tomás inicia la investigación sobre su esencia. El hombre sólo conocerá la esencia divina en el más allá pero el ser humano puede alcanzar un cierto conocimiento imperfecto y fragmentario sobre Dios. Mediante la vía negativa, en cuanto que Dios excluye la composición ,es simple; en tanto que su ser no es generado ni limitado, es infinito y omnipresente; puesto que no cambia es inmutable; puesto que no se puede concebir con ninguna imperfección es perfecto; ya que no carece de ningún bien es sumamente bueno, etc.

En lo referente a la creación, Dios crea libremente para difundir su infinita bondad, que se refleja en todos los seres, especialmente en el hombre que es el único consciente de ello.

Antropología

La concepción antropológica en Santo Tomás afirma que se da en el hombre una unión sustancial entre el cuerpo y el alma. Ambos se relacionan entre sí a modo de materia primera y forma sustancial respectivamente.

El alma es una sola y su función es ser forma sustancial o principio vital del cuerpo. Siendo única tiene cinco potencias específicas con otras tantas funciones: vegetativa, sensitiva, apetitiva, motriz e intelectiva. Su función más específica es la intelectiva, quedadas las demás supeditadas a su dominio.

El alma es  creada por Dios singularmente en cada ser humano y es capaz de subsistir tras la muerte del individuo. Esto explica la defensa por parte de Santo Tomás de la inmortalidad del alma, (al contrario de Aristóteles). Pero, de suyo, al alma le corresponde esencialmente estar unida al cuerpo y cuando se encuentra separada de éste conserva su inclinación natural a unirse al cuerpo (resurrección).