lunes, 2 de noviembre de 2015

Santo Tomás de Aquino III

Ética

Santo Tomás adopta la ética aristotélica como base de su teoría moral, asumiendo de este modo su carácter teleológico (que tiende hacia un fin) y eudemonista (que busca la felicidad) y lo completa con la aportación cristiana del valor de la persona y el sentido transcendente que tiene la vida humana.

La Ley Eterna es el designio de Dios sobre las criaturas. Ese designio es impreso por Dios en forma de ley natural; que les impulsa (seres humanos) a realizar  sus propios fines en el mudo. De esta manera, la ley natural es la presencia en la naturaleza de la ley eterna. En el ser humano, la ley natural aparece como tendencia hacia el fin, principio inscrito en la propia naturaleza humana; “ El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”.
Siguiendo a  Aristóteles, para el cumplimiento de la ley natural juegan un papel muy importante los hábitos y las virtudes. Los hábitos fundamentales son las virtudes, adquiridas mediante la repetición de actos que disponen hacia el bien. Santo Tomás distingue entre:

Las virtudes intelectuales o dianoéticas (inteligencia, ciencia, sabiduría y prudencia). La prudencia las sintetiza a todas, ya que  consiste en el ejercicio de la recta razón que en cada momento dicta y hace lo más conveniente para obrar o vivir bien.

Las virtudes morales o prácticas (templanza, fortaleza, justicia) guardan relación con el tipo de acción que se debe realizar.

Por último,  fiel a sus creencias cristianas, para Santo Tomás, la felicidad está en posesión de Dios, por ello son necesarias las virtudes teologales (la fe, la esperanza y la caridad).

Por último es necesario aludir a  la libertad, en tanto que, aunque la voluntad esté encaminada al bien, el entendimiento debe discernir en cada caso en qué consiste ese bien y motivar la libertad hacia él. El fin del hombre es conseguir la felicidad absoluta que consiste en la visión de Dios en el más allá. Es una felicidad sobrenatural  que Santo Tomás llama beatitud, premio a la virtud. Son buenas aquellas acciones que nos conducen a la beatitud y malas aquellas que nos alejan de ella.

Política

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles de nuevo, afirma que el hombre es, por naturaleza, un ser social, un ser político, que vive en comunidad, evidencia de ello es su capacidad de expresarse y comunicarse mediante el lenguaje.

El Estado es una institución natural, con derecho propio, cuyo objetivo es trabajar por el bien común de los ciudadanos, siendo un instrumento más y no un obstáculo para que alcancen su verdadero Bien, que, para Tomás, es sobrenatural, es decir, la visión de la esencia divina.

Es en la cuestión política dónde Santo Tomás hace alusión a la ley positiva, como una prolongación de la ley natural. Constituye en conjunto de normas morales que permiten al hombre vivir en sociedad. Puesto que se basa en la ley natural, la organización del Estado debe adecuarse a ella y, en última instancia, a la ley divina.

El fin del Estado es conducir a los ciudadanos a una vida feliz y virtuosa por lo que el gobernante, a la hora de legislar, debe intentar que las leyes sociales se acomoden a la ley natural, y no tiene legitimidad para crear leyes contrarias a dicha ley.


Por último, Santo Tomás, también aborda el problema clásico de las formas de gobierno. Considera que la organización más adecuada es la monarquía constitucional, cuya soberanía se basa en el bien del pueblo. Para evitar abusos, lo más adecuado parece ser mitigarla con una mezcla de aristocracia y democracia. En el extremo contrario, la tiranía le parece la forma de gobierno más deplorable, aunque no justifica la abolición del sistema mediante la violencia y el asesinato.

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