Existencia de Dios
Es a partir de la concepción de las ideas
innatas de infinito, perfección y existencia como Descartes argumenta la existencia de DIOS.
En mi pensamiento existe la idea de infinito y de perfecto (Dios). Esta idea no puede
proceder del ser humano puesto que éste es finito e imperfecto, por lo que solo
Dios al crearme pudo poner en mi dicha idea.
Descartes entiende “así a Dios como una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por
la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen ha sido creadas y
producidas”. Así concluye Descartes: “del hecho de que yo posea una cierta idea
de un ser perfecto, es decir, Dios se demuestra evidentísimamente que Dios
existe”. Solo una sustancia verdaderamente infinita puede ser la causa de la
idea de un ser infinito que encuentro en mí.
Así
mismo Descartes defiende el argumento
ontológico de la existencia de Dios, que puede enunciarse de la siguiente
manera: tengo la idea de un ser sumamente perfecto. Su existencia es
inseparable en él de su esencia, ya que sería contradictorio concebir a un ser
sumamente perfecto al que le faltara la existencia. Así pues, es imposible concebir a Dios sin su existencia,
es decir, concebir un ser sumamente
perfecto sin una de las perfecciones, ya que para él la existencia es una
perfección.
Queda demostrada, así, la existencia del
sujeto que piensa y la existencia Dios. A continuación, Descartes considera que
Dios, perfecto y sumamente bueno, no puede engañarnos con respecto a la existencia del mundo exterior o a la
certeza de los conocimientos matemáticos.
Entre todas las cosas que llegan al hombre
desde el mundo exterior a través de las facultades sensibles, solo concebimos
como clara y distinta la idea de extensión.
El mundo espiritual es res cogitans y el mundo
material res extensa, y entre ambas no existen realidades intermedias.
Todas las demás propiedades –el color, el sabor, el peso o el sonido- Descartes
las considera como secundarias, porque no tenemos de ellas una idea clara y
distinta. La naturaleza de la materia es una sustancia que posee extensión (longitud, anchura y profundidad).
El mundo es concebido por Descartes según el
modelo de la máquina (mecanicismo). Todo se reduce a materia y movimiento. Es
un gran mecanismo explicable en términos cuantitativos (reloj).
Antropología
Descartes expone una concepción dualista del ser humano: el alma como sustancia pensante
y el cuerpo como sustancia extensa. El ser humano es una
unión de ambas sustancias, que son independientes. Así pues cuerpo y alma son
realidades distintas con una naturaleza
no coincidente. El cuerpo no puede pensar y el alma es la esencia del ser
humano, que puede existir sin el cuerpo,
ahora bien, aunque la naturaleza de las dos sustancias requiera que estén
separadas, el grado de integración
de mi cuerpo con mi alma es tan estrecho que ambos forman una totalidad, una interacción entre alma y
cuerpo que Descartes sitúa en la glándula pineal, que a través de la sangre y
los nervios relaciona la res cogitans con la res extensa.
Ética
Descartes no tuvo un interés teórico por la
moral, sino práctico. No elaboró una teoría moral, sino que enumeró unas reglas
que le permitieran actuar en la vida.
·
Primera regla: hay que someterse a
las costumbres y normas del país, conservar la religión vigente y seguir las
opiniones más moderadas. Esto más bien se trata de prudencia para poder vivir
feliz y tranquilo.
·
Segunda regla: ser firme y resuelto
en las acciones, siguiendo incluso las opiniones dudosas, una vez aceptadas. La
virtud de esta regla es liberarse de arrepentimientos y remordimientos.
·
Tercera regla: los deseos personales
tienen que ceder ante el orden del mundo. Hay que desear lo que se pueda
alcanzar y desechar lo que sea imposible.
·
Cuarta regla: consiste en dedicar mi
vida entera a cultivar mi razón y a progresar en el conocimiento de la verdad.
En la ética cartesiana la voluntad esta sumisa
respecto de la razón, que es la que sirve de guía para el hombre, sólo con la verdad
el hombre se vuelve libre, en el sentido de que únicamente se obedece a sí
mismo y no a fuerzas exteriores. Debe imponerse la primacía de la razón.
Como resumen, el eje de la reflexión y de la
acción de Descartes se desplaza desde el ser hasta el pensamiento, desde Dios y
desde el mundo hasta el hombre, desde la revelación hasta la razón, que es el
nuevo fundamento de la filosofía y el permanente ideal regulador de la acción.
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