domingo, 29 de noviembre de 2015

Descartes III

Existencia de Dios

Es a partir de la concepción de las ideas innatas de infinito, perfección y existencia como Descartes argumenta la existencia de DIOS.

En mi pensamiento existe la idea de infinito y de perfecto (Dios). Esta idea no puede proceder del ser humano puesto que éste es finito e imperfecto, por lo que solo Dios al crearme pudo poner en mi dicha idea.

Descartes entiende “así a Dios como una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen ha sido creadas y producidas”. Así concluye Descartes: “del hecho de que yo posea una cierta idea de un ser perfecto, es decir, Dios se demuestra evidentísimamente que Dios existe”. Solo una sustancia verdaderamente infinita puede ser la causa de la idea de un ser infinito que encuentro en mí.

Así mismo Descartes defiende el argumento ontológico de la existencia de Dios, que puede enunciarse de la siguiente manera: tengo la idea de un ser sumamente perfecto. Su existencia es inseparable en él de su esencia, ya que sería contradictorio concebir a un ser sumamente perfecto al que le faltara la existencia. Así pues, es imposible concebir a Dios sin su existencia, es decir, concebir un ser sumamente perfecto sin una de las perfecciones, ya que para él la existencia es una perfección.
Queda demostrada, así, la existencia del sujeto que piensa y la existencia Dios. A continuación, Descartes considera que Dios, perfecto y sumamente bueno, no puede engañarnos con respecto a la existencia del mundo exterior o a la certeza de los conocimientos matemáticos.

Entre todas las cosas que llegan al hombre desde el mundo exterior a través de las facultades sensibles, solo concebimos como clara y distinta la idea de extensión. El mundo espiritual es res cogitans y el mundo material res extensa, y entre ambas no existen realidades intermedias. Todas las demás propiedades –el color, el sabor, el peso o el sonido- Descartes las considera como secundarias, porque no tenemos de ellas una idea clara y distinta. La naturaleza de la materia es una sustancia que posee extensión (longitud, anchura y profundidad).

El mundo es concebido por Descartes según el modelo de la máquina (mecanicismo). Todo se reduce a materia y movimiento. Es un gran mecanismo explicable en términos cuantitativos (reloj).

Antropología

Descartes expone una concepción dualista del ser humano: el alma como sustancia pensante y el cuerpo como sustancia extensa. El ser humano es una unión de ambas sustancias, que son independientes. Así pues cuerpo y alma son realidades distintas con una naturaleza no coincidente. El cuerpo no puede pensar y el alma es la esencia del ser humano, que puede existir sin el cuerpo, ahora bien, aunque la naturaleza de las dos sustancias requiera que estén separadas, el grado de integración de mi cuerpo con mi alma es tan estrecho que ambos forman una totalidad, una interacción entre alma y cuerpo que Descartes sitúa en la glándula pineal, que a través de la sangre y los nervios relaciona la res cogitans con la res extensa.

Ética

Descartes no tuvo un interés teórico por la moral, sino práctico. No elaboró una teoría moral, sino que enumeró unas reglas que le permitieran actuar en la vida.

·         Primera regla: hay que someterse a las costumbres y normas del país, conservar la religión vigente y seguir las opiniones más moderadas. Esto más bien se trata de prudencia para poder vivir feliz y tranquilo.
·         Segunda regla: ser firme y resuelto en las acciones, siguiendo incluso las opiniones dudosas, una vez aceptadas. La virtud de esta regla es liberarse de arrepentimientos y remordimientos.
·         Tercera regla: los deseos personales tienen que ceder ante el orden del mundo. Hay que desear lo que se pueda alcanzar y desechar lo que sea imposible.
·         Cuarta regla: consiste en dedicar mi vida entera a cultivar mi razón y a progresar en el conocimiento de la verdad.

El cumplimiento de estas reglas morales contribuye a que se pueda alcanzar la felicidad.

En la ética cartesiana la voluntad esta sumisa respecto de la razón, que es la que sirve de guía para el hombre, sólo con la verdad el hombre se vuelve libre, en el sentido de que únicamente se obedece a sí mismo y no a fuerzas exteriores. Debe imponerse la primacía de la razón.


Como resumen, el eje de la reflexión y de la acción de Descartes se desplaza desde el ser hasta el pensamiento, desde Dios y desde el mundo hasta el hombre, desde la revelación hasta la razón, que es el nuevo fundamento de la filosofía y el permanente ideal regulador de la acción.

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