Tesis
básicas del empirismo inglés
·
Rechazo de las ideas innatas.
No es posible un conocimiento a priori de los hechos.
·
El origen inicial del
conocimiento no son las ideas (Descartes), sino el mundo exterior.
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Todo conocimiento procede de
la sensación.
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El origen del conocimiento
está en los sentidos.
·
La experiencia es el criterio
de validez del conocimiento, y también su límite.
·
Negación de la intuición
intelectual; sólo se admite la intuición empírica, la sensible.
·
El modelo de ciencia de los
empiristas es el de la ciencia natural.
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Existe en ambos un apoyo a
los ideales éticos y políticos de la Ilustración.
John Locke
(1632-1704)
Teoría del conocimiento
El empirismo de Locke hizo hincapié en la
importancia de la experiencia de los sentidos en la búsqueda del conocimiento,
afirmaba que la mente de una persona en el momento del nacimiento es como una
tabula rasa, una hoja en blanco sobre la que la experiencia imprime el
conocimiento. Descartes afirmaba las ideas innatas, sin embargo, Locke niega
toda forma de innatismo, ya que las ideas proceden únicamente de la
experiencia. Ningún intelecto humano, por fuerte que sea, es capaz de inventar
ideas, y tampoco de destruir aquellas que existen. La experiencia es el origen
de las ideas, y al mismo tiempo, su límite, su justificación. Locke se enfrenta
contra todos los que afirman alguna presencia en la mente de contenidos
anteriores a toda experiencia. Locke cree que los defensores del innatismo se
remiten al consenso universal de que las ideas y principios están en todos los
hombres. Locke refuta esta prueba: pues este consenso universal no existe, pues
los niños o deficientes mentales no son conscientes del principio de identidad
o de contradicción, ni de los principios éticos fundamentales. Sería absurdo
señalar que los niños o deficientes mentales poseen principios innatos pero no
son conscientes de ellos, pues sería decir que hay verdades impresas en el alma
pero no son percibidas, y esto es absurdo, ya que la presencia de una idea en
el alma y la conciencia de ella son algo que coinciden. Además, algunos pueblos
se comportan exactamente al revés de lo que postularían tales principios,
cometiendo acciones que para nosotros serían perversas, sin experimentar por
ello el más mínimo remordimiento. Ellos consideraran que su conducta no es en absoluto
perversa, sino completamente lícita. Sobre la idea innata de Dios, Locke afirma
que hay pueblos que ni siquiera tienen un nombre para designar a Dios, o no
tienen religión ni culto. Se podría pensar que aunque el intelecto no tenga
ideas innatas, podría crearlas o inventarlas. Locke niega esta hipótesis porque
nuestro intelecto puede combinar diversos modos de ideas pero nunca crearlas o
destruirlas, así, el intelecto recibe las ideas únicamente de la experiencia.
Las ideas. Son los contenidos de la mente
humana y todo procede de la experiencia, son imagen de la realidad. Las
percepciones originarias derivadas directamente de la experiencia son ideas
simples.
Las fuentes de experiencia son dos (intuición y deducción) y de ahí se
derivan dos tipos de ideas: ideas de sensación, experimentamos objetos
sensibles externos (por un único sentido o varios); ideas de reflexión,
experimentamos las operaciones internas de nuestro espíritu y los movimientos
de nuestro ánimo (ideas simples que surgen de la reflexión y la percepción,
como la idea de placer).
Las ideas están en la mente del hombre, pero
fuera de esta hay algo que tiene el poder de producirlas en la mente, este
poder que las cosas tienen de producir ideas en nosotros se llama “cualidad” (una bola de nieve tiene la
cualidad de producir en nosotros la idea de blancura)
Locke distingue entre cualidades primarias y
secundarias. Las cualidades primarias son las cualidades que siempre se hallan
en los cuerpos (solidez, extensión, figura, cantidad) y son objetivas en el
sentido de que las correspondientes ideas que se producen en nosotros
constituyen copias exactas de aquellas. Las cualidades secundarias son los
poderes de diversas combinaciones entre las primarias (colores, sabores,
olores, etc.) y son subjetivas. Las cualidades primarias son cualidades de los
cuerpos mismos, y las secundarias surgen por el encuentro de los objetos con el
sujeto.
Nuestro espíritu recibe pasivamente las ideas
simples, y una vez que las ha recibido, tiene poder para actuar sobre ellas de
diversos modos, y en particular, puede combinar las ideas entre sí, formando
ideas complejas, también puede separar determinadas ideas de otras con las que
estén en conexión (abstraer), formando ideas generales.
Locke divide las ideas complejas en:
1. ideas
de modos: son ideas complejas que, según sea el modo en que se las combine, no
subsisten por su cuenta, son dependientes de la substancia (la gratitud, el
homicidio).
2. ideas de substancias: algunas ideas simples siempre van unidas,
y por ello nos acostumbramos a suponer que existe un substrato que les permite
subsistir y al que están subordinadas, aunque no sepamos en qué consiste.
3.
ideas de relaciones: surgen de confrontar ideas entre sí, y de la comparación
que hace el intelecto entre ellas.
Locke define el conocimiento como la
percepción de la conexión y acuerdo, o del desacuerdo y repugnancia entre
cualquiera de nuestras ideas, y solo entonces se da lo verdadero o lo falso.
Ahora bien, el acuerdo o desacuerdo puede percibirse de dos modos diferentes:
Por intuición: se posee por evidencia
inmediata, por intuición, y este conocimiento es el más claro y cierto de que
es capaz el hombre.
Por deducción: cuando el espíritu percibe el
acuerdo o desacuerdo entre ideas de una manera no inmediata. La demostración
procede a través de otras ideas y esto se llama “razonar”. Así, la validez de
la intuición fundamenta la validez de la demostración.
Pero el fundamento del saber no será ni la
sensación y ni la reflexión sino el espíritu que capta la verdad de forma
inmediata al observar las ideas. Sin embargo, nuestro conocimiento está
limitado por la experiencia doblemente: en cuanto a su extensión, pues el
entendimiento no puede ir más allá de nuestra experiencia, y en cuanto a su
certeza, sólo tendremos certeza de aquello que cae bajo los límites de la
experiencia.
Locke (a diferencia de Descartes) no dudó de
la existencia de las cosas exteriores, pues la noción de idea como
representación de la realidad implica que ésta ha de existir. Al tratar el problema
de la realidad distingue tres ámbitos: el yo, Dios y el mundo. De la idea del
yo tenemos certeza intuitiva (siguiendo a Descartes en su “pienso luego
existo”), de la idea de Dios tenemos certeza demostrativa (se demuestra
mediante el principio de causalidad) y de la existencia de los cuerpos tenemos
certeza sensitiva, pues son la causa de nuestras sensaciones.
La
sustancia
Entre las ideas complejas destaca la
idea de sustancia. Locke observa que tenemos un conjunto de ideas simples que
aparecen unidas en una sola cosa, imaginamos que estas ideas han de tener un
sustento, que forman un único ser: la sustancia. Para Locke, la sustancia es
una hipótesis que sustenta las ideas simples. Este sustrato es desconocido. El
problema de la sustancia va a ser un concepto inaccesible, es la necesidad que
tenemos de imaginar un sustrato. Este “no sé qué” será el que dará lugar al
conocimiento objetivo, al cual, debido a nuestra limitación (dada por la
experiencia), nos será imposible llegar. El objeto como soporte de sus
cualidades será el “supuesto, pero desconocido, soporte de aquellas cualidades
que encontramos existentes y de las cuales imaginamos que no pueden subsistir
sin alguna cosa que las sostenga, llamamos a ese soporte sustancia”. Imaginamos
ese sustrato por una necesidad subjetiva, para mantener la unidad del objeto.
Para Locke sería un concepto vacío del que se podría uno desprender. Pero el
hecho de no saber en qué consisten las sustancias espirituales no quiere decir
que no existan, sino que existen más allá de la experiencia, a pesar de sus
críticas hacia la substancia, no llego a negar la existencia extra mental de la
substancia (lo mismo pasa con el principio de causalidad, hasta se sirve de él
para demostrar la existencia de Dios), lo que provocó críticas. La postura de
Hume será mucho más radical.
Teorías morales y políticas.
Según Locke no existe un conocimiento innato,
por lo tanto tampoco poseemos leyes morales innatas. Lo que motiva al hombre a
actuar y lo que determina su voluntad es la búsqueda de la felicidad y el
bienestar. La moral de Locke es utilitarista y eudemonista. El bien y el mal
morales son la conformidad o disconformidad de nuestras acciones libres y
voluntarias con una ley. Las leyes a las que los hombres refieren sus acciones son
de tres tipos: Leyes divinas (las acciones humanas son o pecados o deberes),
leyes civiles (las acciones humanas son delictivas o inocentes) y leyes de
opinión pública (las acciones son virtudes o vicios). Para Locke la ley
revelada por Dios está en la base de la moralidad humana, en Locke, la ley
divina (revelada) coincide con la ley natural.
En la teoría
del poder político de Locke critica la teoría del derecho divino de los
reyes y la naturaleza del Estado. Para Locke, la ley natural no puede legitimar
el poder de uno solo (monarquía absoluta) sobre todos los demás hombres, sino
que sucede al contrario: lo que ordena la ley natural es la libertad y el
derecho de todos. Según Locke, al hombre que vive en un "estado de
naturaleza" le son intrínsecas dos cosas: la familia y la propiedad
privada (parte del hecho de que la naturaleza otorga al hombre todo lo que este
necesita para su subsistencia). Y en este estadio, la naturaleza es de todos,
así como sus bienes. Pero el hombre también es un ser que trabaja y con su
trabajo el hombre añade algo a lo que recibe de la naturaleza, al
transformarla; toma de la naturaleza las materias primas. Pero el hombre, con
su trabajo, adquiere el derecho legítimo sobre el fruto del mismo. Locke
planteará el tema del contrato social desde la idea del pacto de una cesión
"controlada" de los derechos de los individuos al soberano para que
él administre el orden de la sociedad civil a su favor. El objetivo de fundar
la sociedad civil es precisamente resultado de la conciencia que los individuos
tienen de su derecho y del deseo de unas condiciones más óptimas para su
desarrollo. El principal beneficio de la sociedad civil radica en la
constitución de un árbitro común, estado, que dirima las disputas entre los
individuos y evite perjudicar sus bienes por no saber acabar con sus
conflictos, así los individuos ceden su poder privado a una autoridad civil que
sirva para garantizar sus derechos, renunciando al uso de la fuerza. Para Locke
política y la moral están así relacionados, y defiende la moral tiene primacía
sobre la política. De este modo, si el poder político transgrede la ley o
derechos de los ciudadanos, se descalifica a sí mismo y puede ser derrocado.
Locke afirmó que la soberanía está en el pueblo y no en el Estado. En
definitiva, Locke sienta las bases del liberalismo político, donde el Estado,
estrictamente, no hace nada, sino que debe limitarse a dejar hacer al hombre lo
que es conforme con su naturaleza humana.
Locke y la democracia liberal. Sin embargo, el
principal escollo del liberalismo de Locke es su doctrina sobre la propiedad,
pues refrendar con la ley la propiedad es una buena propuesta para los
propietarios, pero no para los desposeídos. Si bien Locke insiste en que el
individuo no puede enajenar su libertad, sí puede enajenar su trabajo, cuando
la propiedad sobre la que recae es de otros. Si, por otro lado, atendemos a que
el trabajo se había concebido como la expresión de la libertad del individuo,
tenemos que concluir que la libertad queda alienada cuando su resultado
pertenece a otro. Por tanto, su presunto liberalismo puede conducir a una gran
desigualdad social que pondría en tela de juicio la libertad de los individuos.
En definitiva, esta posición viene a establecer que quienes se benefician del
funcionamiento del orden político están aceptando tácitamente su autoridad, y,
en caso de incumplimiento, a las sanciones. Esta doctrina se adopta
posteriormente como uno de los argumentos más recurrentes para defender la
obediencia al derecho.
La tolerancia política y religiosa. Locke
diferencia tres órdenes en el hombre: el orden de la razón, el orden de la fe,
y el orden de la fuerza. Y también afirma que el hombre está irremediablemente
inserto en dos tipos de sociedades: la sociedad civil y la religiosa. La intolerancia proviene, según
Locke, de la confusión entre las competencias de estas dos sociedades, siendo
algo perjudicial tanto para la persona concreta como para el colectivo de la
sociedad civil, el encargado de encarrilar las diferencias que surjan entre
ambas sociedades es el poder político. Las confesiones religiosas no deben
estar vinculadas al poder político. Se trata de una apología de la tolerancia,
de la no-confesionalidad e incluso de la laicidad del Estado.
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