miércoles, 14 de octubre de 2015

Aristóteles IV

ÉTICA

Después de las ciencias teoréticas aparecen las ciencias prácticas que hacen referencia a la conducta de los hombres y el fin que se proponen alcanzar, ya sea como individuos o como miembros de una sociedad política. El estudio de la conducta o de la finalidad del hombre como individuo es el de la ética, y el estudio de la conducta o de la finalidad del hombre como parte de una sociedad es la política. Comenzaremos por la ética.

La ética aristotélica está recogida en la Ética a Nicómaco. Es una ética “eudemonista”, el fin último del hombre para Aristóteles es la felicidad.

Para algunos la felicidad se identifica con el honor o la grandeza. Para Aristóteles estos bienes contribuyen a la felicidad pero no constituyen por sí solos la felicidad. La felicidad (el bien supremo) tampoco es el placer. El placer no constituye un fin por sí mismo. Solo la vida contemplativa permite ser al hombre feliz, porque esa vida se caracteriza por el ejercicio de aquello que constituye la naturaleza específica del hombre: la actividad racional. Por eso, el fin propio del ser humano, el que marca el ideal de su felicidad, es una actividad del alma según la razón. La felicidad reside en la perfección de la racionalidad (virtud: concebida como excelencia).

Aristóteles alude a dos tipos de virtudes:

·         Virtud dianoética. Llamará así a la perfección del alma racional. Las virtudes intelectuales o dianoéticas se alcanzan mediante la contemplación. Esta clase de virtudes se adquieren por la enseñanza.Las virtudes dianoéticas son las siguientes:
1.      Ciencia: capacidad de demostración mediante el uso del razonamiento deductivo.
2.      Sabiduría: capacidad para comprender los primeros principios de las ciencias.
3.      Arte: capacidad para producir algo dirigido por la razón.
4.      Prudencia: discernimiento de los valores adecuados para deliberar bien y obrar bien.

·         Virtud ética o moral, es una virtud de la conducta práctica. Se adquiere mediante la repetición de una serie de actos sucesivos, es decir, mediante hábitos. Son modos de ser una disposición; llevando a cabo acciones justas nos convertimos en justos. La virtud ética consiste en la capacidad para escoger el justo medio entre dos términos, no excediéndose ni por exceso ni por defecto. El término medio es determinado por la razón. Entre el gran número de virtudes éticas o morales que Aristóteles cita, las más importantes son:
1.      Fortaleza: justo medio entre cobardía y temeridad. Determina lo que debemos o no temer.
2.      Templanza: justo medio entre intemperancia e insensibilidad. Regula el uso moderado de los placeres.
3.      Liberalidad: Justo medio entre avaricia y prodigalidad.
4.      Modestia: Justo medio entre timidez y osadía.
5.      Mansedumbre: justo medio entre irascibilidad e indolencia.
6.   Justicia: es la virtud más determinante de la vida ética, porque comprende a todas las demás, en cuanto que genera la armonía de las diversas funciones del ser humano y su relación con los demás. Su ejercicio no es sólo individual sino social y político. La justicia implica el cumplimiento de las leyes y por otro lado equidad hacia los demás, impone igual trato.

La amistad es la síntesis práctica de las virtudes racionales y morales. Define la amistad como la concordia básica por encima de las diferencias, fundada en relaciones de solidaridad y afecto; se basa en el desinterés y en las virtudes.

En conclusión, para conseguir una “vida buena” es necesario combinar los dos tipos de virtudes. Disponer de ciertos bienes como la salud corporal y la prosperidad en el trabajo que permitan disponer de medios económicos necesarios no son fundamentales para conseguir la felicidad pero ayudan.

POLÍTICA

Aristóteles considera que el ser humano es un ser sociable por naturaleza. Su propia naturaleza les impone a vivir en sociedad. Considera al hombre como un animal político que necesita para realizarse en plenitud pertenecer a una comunidad. La “polis” es la culminación del desarrollo de distintas asociaciones humanas; familia, aldea, ciudad. La ciudad es una forma natural de la vida humana. La sociabilidad del hombre es evidente, ya que solo el ser humano tiene palabra con sentido. La palabra, expresa y comunica el fondo ético de la propia naturaleza humana. Su alma racional y su lenguaje le permiten conocer lo justo y lo injusto así como crear leyes que regulen la vida colectiva.
Aristóteles parte de un principio fundamental: la comunidad política no debe buscar fines que no favorezcan el bien de los ciudadanos individuales. Por tanto el bien común debe buscarse a partir del respeto al bien individual. Eso supone poner los medios para que los ciudadanos vivan mejor y alcancen la “vida buena”, la vida según las virtudes, con bienestar razonable; es decir, la posibilidad de una vida digna y feliz. Esto exige que se favorezca la educación para la vida intelectual y la práctica ética de acuerdo al sentido comunitario.

Por otro lado, las leyes deben ser garantía del bien común, a partir de su función primera que consiste en mantener las costumbres tradicionales.

Por último debemos aludir a la importancia de la justicia no solo en la ética sino también en el ámbito social. La excelencia o perfección de la acción política se mide por su capacidad para mantener la justicia en dos ámbitos: tanto en las relaciones del Estado con los individuos (justicia distributiva) como en sus relaciones de los ciudadanos entre sí (justicia conmutativa). En la primera el criterio a seguir es la proporcionalidad mientras que en la segunda la igualdad es el criterio.

Aristóteles clasificó los tipos de gobierno atendiendo a aquellos que buscan el bien común y los que persiguen sólo el bien particular. La monarquía es el gobierno de un único hombre (rey), sería teóricamente la mejor pero puede degenerar en tiranía si el rey cae en la arbitrariedad y se deja llevar por sus pasiones. El tirano ejerce un poder despótico sobre el pueblo, mediante la violencia y es la menos deseable que existe. La democracia sería para Aristóteles el menos bueno del buen gobierno y el menos malo de los peores. Si todo el pueblo estuviera educado, la democracia sería el régimen preferible. Pero sin educación del pueblo, la                                                                                            democracia degenera en demagogia.



Teniendo en cuenta la situación real de su tiempo, Aristóteles se inclina por el gobierno de unos pocos, aristocracia; es el gobierno de los mejores y más virtuosos elegidos de entre los mejores. Sería una especie de oligarquía democrática: el gobierno de unos pocos, buenos y respetuosos.

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