domingo, 10 de enero de 2016

La Ilustración I: Rousseau

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)

POLÍTICA

Rousseau defendía que la civilización de su tiempo, la que habían construido las ciencias y las técnicas, pervertían las costumbres y las debilitaba. Además ciencias y técnicas traían lujo y economía artificial, lo que destruía la moral y la virtud. La cultura ha causado miseria y esclavitud a las masas populares, lo artificial ha sustituido a lo natural y los rígidos convencionalismos ahogan la libertad. Son sociedades que corrompen la naturaleza del hombre, encubriendo bajo una falsa máscara su verdadero ser. La vanidad y la apariencia contribuyen al éxito social, las relaciones ente los humanos no son sinceras, ocultan la realidad.

De esta manera la fe en el progreso es criticada por Rousseau, ya que lejos de liberar al ser humano ocultan la realidad e impiden que se tome conciencia crítica de la situación de sumisión política. Este es el papel de la ideología, que mediante ideas y valores falsos, crea una artificial conciencia de la realidad social. En consecuencia es necesario para Rousseau luchar contra el orden político despótico y dirigirse a la única naturaleza del ser humano.

En su obra titulada “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre hombres”, Rousseau defiende la hipótesis del estado de naturaleza. En este estado hipotético anterior a la vida social el hombre era libre y solo le preocupaba conservar la vida y satisfacer sus necesidades naturales. El hombre natural (buen salvaje) se caracterizaba por su inocencia, igualdad y libertad, y por sentimientos como el amor de sí mismo, que lo impulsaba a conservar la vida y la piedad, que lo llevaba a compadecerse de sus semejantes y a colaborar con ellos.

El fin del estado de naturaleza se produjo cuando, al aumentar la población y crecer las necesidades, los seres humanos comenzaron a formar sociedades más complejas, instaurándose así la propiedad privada y transformando el amor en a sí mismo en amor propio surgiendo así la envidia, el orgullo, la ambición, la rivalidad económica y la desigualdad social. Es así como apareció el Estado creado por los más poderosos para dominar a los débiles, imponiendo la injusticia y la esclavitud.

Las ciencias y las artes terminan por domesticar al ser humano, mediante la educación eliminan cualquier resto de naturalidad en su comportamiento.

Para Rousseau resulta ya imposible retornar a la situación de libertad, igualdad y felicidad originarias, pero si es posible recuperarla en parte a través de una educación natural no represiva basada en la ausencia de toda imposición externa, en la tolerancia, en el aprendizaje y la acción libre del niño, liberándolo de falsos prejuicios y conocimientos inútiles que le inculca la sociedad.

Un segundo paso consiste en transformar la sociedad mediante un pacto que propicie y respete la libertad de los hombres y legitime el poder: el contrato social. Este contrato vincula la comunidad con el individuo y a la inversa. Así, cada asociado se una a todos, y no a nadie en particular. Se trata de un contrato libre que garantiza el máximo grado posible de libertad civil, en el marco de un estado de derecho. El contrato social crea la voluntad general que es colectiva, soberana y tiene como objetivo el bien común. El gobierno elegido ha de ocuparse de ejecutar las leyes que emanan de la voluntad general, de manera que si se opone a los designios de ésta, puede ser sustituido, ya que el verdadero soberano es el pueblo, quien puede nombrar y destituir a sus gobernantes.

Rousseau establece una clara diferencia entre la voluntad general y la voluntad de la mayoría; la primera tiende al ideal, es decir, al bien común, mientras que la segunda no siempre lo hace.

Por último hay que destacar que  el legislador debe esforzarse por adaptar las leyes que emanan de la voluntad general a las características de cada pueblo concreto, lo que da lugar a diferentes formas de gobierno.


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