sábado, 19 de septiembre de 2015

Platón III

Ética

La teoría de las Ideas de Platón implica la superación del relativismo moral de los sofistas. Las Ideas son ellas mismas valores. La ética de Platón tiende a averiguar lo que sea el Sumo Bien para el hombre, Bien en cuya consecución consiste la felicidad y al que se llega mediante la práctica de la virtud. Platón mantiene que el Bien absoluto para el hombre son las Ideas, cuya contemplación es la felicidad suprema.


En este sentido, la virtud, como medio para acceder al Sumo Bien, desempeña una función análoga a la dialéctica como método para llegar al Mundo Inteligible. Mediante la práctica de la virtud se accede al Sumo Bien y, por tanto, a la suprema felicidad; la virtud es el estado del alma que le corresponde por naturaleza, y como el alma tiene tres partes habrá una virtud peculiar para cada una de ellas: a la parte concupiscible le corresponde la templanza: "un cierto orden y continencia de los placeres"; a la parte irascible, la fortaleza o valor: permite que el hombre supere el sufrimiento y el dolor, y sacrifique los placeres cuando es necesario para cumplir con el deber. A la parte racional le corresponde la virtud de la sabiduría o prudencia que se encarga de regular la totalidad de las acciones humanas. La virtud del alma en su conjunto y la más importante es la justicia, entendida como armonía u orden entre esas tres partes.

Junto con esta interpretación de la virtud, Platón mantendrá otra más intelectualista y más relacionada con la teoría de las Ideas: la virtud es el conocimiento de lo que es bueno para el hombre, y se identifica esencialmente con la sabiduría o prudencia. Recordad que es precisamente la referencia a las Ideas lo que permitirá a Platón rechazar el relativismo moral de los sofistas, pues la Idea de Bien supone la posibilidad de un punto de vista absoluto.

Política


Por otra parte, Platón creerá, como buen griego, que el hombre es un ser social por naturaleza; ello explica la aparición del Estado (la Polis). El individuo puede alcanzar su máxima realización en el Estado, pero para ello el Estado deberá ser perfecto. En el análisis del Estado, Platón utilizará una división tripartita que guarda analogía con la división del alma; el Estado es un gran organismo que tiene las mismas exigencias, necesidades materiales y los mismos fines éticos que el hombre. A cada parte del Estado –alma- le corresponde una clase social: la parte racional a la clase de los gobernantes, que son los filósofos; al alma irascible, la clase social de los guerreros; a la concupiscible, la de los artesanos. Los filósofos, cuya virtud es la sabiduría o prudencia, son los únicos aptos para el gobierno; los soldados, (su virtud es la fortaleza), deben defender y guardar la polis; los artesanos (su virtud es templanza) suministran los medios materiales que la comunidad necesita. Así, se establece un paralelismo total entre la antropología, la ética y la política. Todas las clases sociales son necesarias, pero cada una goza de distinto rango y dignidad.

El fin del Estado es la justicia: el cumplimiento del bien común para todos los ciudadanos, que sólo es posible cuando todos los elementos que componen la sociedad realizan su propia función. De entre todas las clases sociales destaca la de los dirigentes: para Platón, puesto que cabe el conocimiento del Bien (de las Ideas), es legítima la tutoría de los que han tenido acceso a dicho Bien (los filósofos) sobre el resto de los ciudadanos; el filósofo ha de ser el gobernante; aunque, por supuesto, los filósofos no buscan satisfacer su propio interés sino el de la comunidad en su conjunto. Puesto que los filósofos deben buscar el bien general, no poseen propiedad privada alguna, ni mujer, ni hijos propios; su interés máximo debe ser lograr la mayor sabiduría posible para poder desempeñar bien su misión de gobierno. También los soldados renuncian a la familia y a la propiedad privada. Sólo a los artesanos se le permite la propiedad privada (limitada y controlada por el Estado) y los vínculos familiares estables. Los artesanos no necesitan ningún tipo de educación, sólo la profesional propia de cada uno, y tienen que obedecer a los poderes políticos. En este Estado ideal sólo los mejores, una minoría muy selecta, ostentan el poder. Las clases sociales, aunque abiertas, están controladas por un preciso criterio selectivo. Es un Estado de clara inspiración aristócrata.


Finalmente, junto con la descripción de la sociedad ideal, Platón hace también una descripción y valoración de las formas reales de gobierno: existen cinco formas de gobierno; a partir de la monarquía o aristocracia, por degeneración sucesiva, surgen las demás: la timocracia, la oligarquía, la democracia y, la peor de todas, la tiranía. La monarquía o aristocracia es la forma más perfecta e ideal de gobierno: el gobierno de los mejores.

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