sábado, 19 de septiembre de 2015

Platón II

La epistemología platónica

Platón divide lo real en dos ámbitos ontológicamente distintos y a los que le corresponderá saberes también muy distintos:
·       Ciencia: se ocupa de las Ideas, lo permanente, y se divide en dialéctica y pensamiento discursivo.
·         Opinión: es el conocimiento del mundo sensible, de lo que está sometido a generación y corrupción, y se divide en creencia (se refiere a los "animales que nos rodean, todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas) y conjetura (referida a las "sombras", y a otras cosas semejantes).

En la llamada Ciencia, distingue Platón el pensamiento discursivo y la dialéctica. El pensamiento discursivo se identifica con la matemática, que a pesar de su valor posee dos deficiencias: el uso de signos sensibles y el apoyarse en hipótesis. El matemático no reflexiona sobre el ser de los objetos con los que trata (los números, p. ej.), por lo que es un conocimiento incompleto. La dialéctica es el conocimiento superior, se refiere al Mundo de las Ideas, a lo inmutable y universal, lo eterno, y se identifica con la filosofía. Platón concibe la dialéctica de dos modos: como método racional que no usa de signos sensibles, pues emplea sólo la razón, ni descansa en "hipótesis", pues intenta prescindir de todo supuesto. La filosofía (= dialéctica) es el saber más reflexivo, el saber que no deja ninguna cuestión sin examen o evaluación; el objetivo de la dialéctica es descubrir las relaciones existentes entre las Ideas y buscar como fundamento último de todas ellas la Idea de Bien.

La auténtica filosofía es "una ascensión al ser": el filósofo ha de pasar del mundo sensible al mundo de las Ideas y en éstas a la Idea rectora del conocimiento y del ser. La Idea del Bien (recordad la metáfora de la caverna y la liberación de los prisioneros; el prisionero asciende al mundo exterior y descubre con mucho esfuerzo al Sol como causa del ser y de la inteligibilidad de las cosas: su experiencia vital es análoga a la del filósofo). El filósofo -el dialéctico- "asciende" de su experiencia con las cosas del Mundo Sensible al Mundo Inteligible en donde encuentra la Idea del Bien como fundamento del ser y de la inteligibilidad de las Ideas).

   El Paradigma de la Línea

El paradigma de la línea es una alegoría propuesta por Platón en la cual se plantea los grados del ser y del conocer del mundo. En relación con su pertenencia al mundo de las ideas o al mundo sensible, existen distintas maneras del ser, que se conocen mediante diferentes métodos.



La antropología de Platón

El dualismo ontológico "mundo sensible/mundo inteligible" tiene su paralelo en la concepción dualista antropológica del cuerpo y el alma. Platón concibe al hombre como un compuesto de dos sustancias distintas: el cuerpo, que nos vincula al mundo sensible, y el alma, que nos relaciona con el mundo superior.

El alma humana será entendida como inmortal, con un destino distinto y superior al del cuerpo. La superioridad del alma con respecto al cuerpo se debe al hecho de que el alma (y no el cuerpo) es el principio de conocimiento y de bondad, pero más aún a que el cuerpo está sometido a corrupción y muerte mientras que el alma tiene un destino inmortal.

Platón utiliza varios argumentos para demostrar la inmortalidad del alma, destacando entre todos el que descansa en la teoría de la reminiscencia. Platón defenderá la tesis de que conocer es recordad: cuando afirmamos que una proposición matemática es verdadera, no es porque la hayamos aprendido, es más bien porque recordamos las relaciones existentes entre las Ideas y que nuestra alma vio en el mundo de las Ideas antes de encarnarse en nuestro cuerpo. La percepción del mundo sensible no puede servir de fundamento al conocimiento estricto y, puesto que poseemos tal conocimiento, éste ha de provenir de una experiencia anterior. Por tanto: conocer es actualizar un conocimiento ya vivido, conocer es recordar (esta tesis se llama Teoría de la Reminiscencia).

Platón encuentra tres partes o funciones en el alma humana: la parte racional viene representada, en el mito del carro alado, por el cochero; es la más noble y elevada, y su función es conocer intelectivamente, dirigir y guiar a las otras dos; la parte irascible, representada por el caballo bueno y hermoso, símbolo del valor y la voluntad, se deja conducir muy fácilmente; y la parte concupiscible, que está representada por el caballo malo, difícil de guiar, simboliza el deseo y la pasión sensible inmoderados. El alma busca la liberación del cuerpo y en esa búsqueda practica la filosofía como aproximación intelectual al mundo que le es propio. La parte racional del alma debe intentar purificar al individuo de los apetitos sensibles, de ahí que le corresponda el papel rector en la conducta de los hombres.


El dualismo antropológico de Platón se caracteriza por mantener una radical escisión en el ser del hombre: dirá que hay dos principios en el ser humano: el Alma inmortal, lo más divino que hay en nosotros, principio de conocimiento y moralidad; y el cuerpo, origen de la ignorancia y del mal. Con Platón comienza en Occidente un pensar para el cual el cuerpo y las pasiones que habitualmente se vinculan con él son responsables de todas nuestras penas, desgracias y sufrimientos; esta consideración presenta al hombre como culpable por el mero hecho de tener cuerpo, y se puede rastrear en el pensamiento occidental, especialmente en el cristianismo. La tarea más importante del hombre será por ello, primero la práctica de la virtud, fundamentalmente basada en la renuncia a los apetitos corporales, y segundo la práctica de la filosofía. La purificación moral e intelectual tiene como objeto que las almas se dejen guiar por lo que es justo y recto y así cumplan con su destino último: las que filosofan y conocen el mundo ideal, vuelven a su lugar de origen, en donde preexistían; mientras que las almas inmundas, que se han dejado llevar de sus pasiones incontroladas, sufren un juicio y son condenadas a errar y a vagar indefinidamente, expiando las culpas de su vida pasada. 

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