viernes, 18 de septiembre de 2015

Platón I

El dualismo ontológico


La teoría de las Ideas es el núcleo central de la filosofía platónica: ontológicamente las Ideas son los únicos objetos verdaderamente reales; epistemológicamente son los objetos del conocimiento auténticamente tal; desde el punto de vista de la moral y político, son el fundamento de la conducta justa, y antropológicamente están a la base del dualismo platónico y le permiten incluso la demostración de la inmortalidad del alma. Platón defendió un claro dualismo ontológico, defiende dos tipos de realidades o mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible o mundo de las Ideas.


El Mundo Sensible consta de realidades particulares y en él se da la multiplicidad, el cambio, la generación y la destrucción. Es el conjunto de cosas perceptibles por los sentidos, cosas materiales, temporales y espaciales. Por su parte, el Mundo Inteligible consta de realidades universales, es el mundo de las Ideas (o "Formas"). Las Ideas no están sometidas a cambio, son eternas, invisibles, no materiales, atemporales y aespaciales. Se conocen por la razón, es la auténtica realidad. Las Ideas no son conceptos o sucesos psíquicos, algo que exista en la mente (Aristóteles); son entidades extramentales, con entidad objetiva e independiente del hombre.

Las Ideas son causas de las cosas: aunque ellas sean el auténtico ser, Platón, a diferencia de Parménides, no negará toda realidad (mundo sensible); lo sensible, aunque ontológicamente inferior a las Ideas, poseerá también cierto tipo de ser, y éste le vendrá dado por la imitación o participación de las Ideas. La tarea del Demiurgo será precisamente hacer que la materia informe, existente desde siempre, tome rasgos semejantes a las Ideas, se ordene.

El mundo de las Ideas está ordenado jerárquicamente pues hay distintos tipos de Ideas y no todas son valoradas del mismo modo. Platón sitúa la Idea de Bien en la cúspide de ese mundo. Platón mostrará que el conocimiento sensible no puede dar lugar a evidencias, que ese conocimiento conduce al relativismo y que el relativismo es absurdo (crítica del movimiento sofista). El argumento se completa mostrando que tenemos conocimientos que no se basan en los sentidos. Conclusión: no es posible la ciencia (conocimiento estricto) utilizando la sensación como criterio de verdad, no podemos tener ciencia de lo que aparece a los sentidos (del mundo sensible). La ciencia se ha de basar en el uso de la razón, que se referirá a la naturaleza de las cosas, a la esencia ("Ideas").

El problema de los términos universales

Platón mantendrá que deben existir unas entidades que sean el correlato de los términos universales pero distintas de los individuos: lo Verde, sería el correlato de "verde", la Belleza de "bello", la Verdad de "verdad"; a las entidades correlato de los términos universales Platón las llama Ideas.

El Mito de la caverna

Platón dice que el mito quiere ser una metáfora, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento. Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos (animales, árboles, objetos artificiales...). Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos. En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad. Señala Platón que el prisionero liberado va poco a poco descubriendo niveles de realidad cada vez más auténticos: primero miraría los objetos del interior de la caverna y la luz del fuego presente en ella, después saldría al exterior de la caverna y vería primero las sombras de los objetos, después los reflejos de los objetos en el agua y luego los objetos mismos. Finalmente percibiría el Sol, concluyendo que es lo que produce las estaciones y los años, gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compa­ñeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería; esa vida le parecería insoportable. Pero a pesar de todo, regresaría al mundo subterráneo y aunque pudiera perder la vida en el intento por mostrarse al principio torpe en ese mundo de las sombras y provocar las risas y el desprecio de sus compañeros, bajaría para ayudarles en su liberación.



Platón nos da las principales claves para la interpretación del mito: El ascenso y contemplación de las cosas exteriores (metáfora del Mundo de las Ideas) es semejante al camino del alma hacia el ámbito inteligible. Señala también que el objeto último y más difícil de alcanzar del mundo cognoscible es la Idea del Bien (simbolizado en el mito con el Sol, último objeto percibido por el prisionero liberado).

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